Fiel a una idea de Albert Einstein: “si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”, Ariel Rojo cuestiona en cada uno de sus trabajos la manera en la que éstos son percibidos, robándole al usuario una sonrisa o un momento de reflexión.
Parte de su formación académica ocurrió en la UNAM, sin embargo comienza a trabajar desde muy temprana edad. A los 17 años ya diseñaba circuitos impresos para plataformas petroleras entre otros campos de la electrónica, y a los 21 años fue parte del equipo ganador del proyecto para la remodelación del Zócalo en la ciudad de México, “la tercera plaza más grande del mundo”, obteniendo una mención aparte por el diseño del mobiliario urbano. Estas dos experiencias en escalas distintas han hecho que el trabajo de Ariel Rojo sea multifacético y multidisciplinario.
Jaime Schmidt (JS). Nos interesa mucho platicar contigo pues todo tu trabajo tiene que ver con la arquitectura, la gama del diseño, la construcción, los materiales… Quisiera comenzar por tus inicios como diseñador. ¿Recuerdas de manera especial algún proyecto de los primeros semestres de la carrera?
Ariel Rojo (AR). Sí como no, de hecho el primero, fue un cenicero, entonces, imagínate el shock, de escala y el shock de uso, después de estudiar en el Max Cetto dos años, de enfrentar problemas como de vivienda -que es un problema muy difícil el de vivienda, yo creo que es el más difícil para un arquitecto-, hasta urbanos, y de repente enfrentarte a este primer proyecto de diseño que era un cenicero, yo intentaba meter todo, una glorieta, a todo un edificio, todo un chorro de cosas en un cenicero. Me acuerdo muchísimo de ese primer proyecto, porque con ese proyecto aprendí a darle la escala, a darle, la dimensión y jerarquía adecuada al engranaje que pertenece a ese objeto. Yo venía de estudiar arquitectura donde todo es casitas y de repente chíngales, un cenicero y bueno tenía la suerte de haber estudiado, trabajado con mis papás en electrónica, también tenía la escala micro, pero aun así mi ejercicio de diseño ya lo había pasado a la parte arquitectónica. Si fue espeluznante este cambio de escala.
JS. Fuera de la escuela, ¿dónde te encontraste con esa barrera, esa pared que te hizo entender que afuera es en donde ibas a aprender más?
AR. Pues más bien, no es barrera, es una catapulta, es como por tener educación sexual: ya no eres virgen. No es hasta que estás chambeando, no es hasta que cometes tus propios errores, no es hasta que empiezas a tener una práctica que tienes la capacidad de reflexionar qué es lo que pasó, qué aprendiste en ese proceso, es cuando empiezas a aprender, tras uno y tras otro error, porque se convierten en errores. No son barreras de ninguna manera, pero sí son errores que aprendes a solucionar. Tampoco, dimensionando, se acaba el mundo, nuestros errores son “era más a la derecha, era más a la izquierda”, ¿sabes?
JS. ¿Cómo crees que ha cambiado la manera de hacer diseño industrial, desde que saliste de la escuela hasta el día de hoy?
AR. Ha cambiado de muchas maneras, la primera y más obvia es la tecnológica. Sí hay un avance tecnológico que ayuda o asiste al diseño, no lo hace, es decir, lo ayuda, lo asiste, y por tanto hace que sea más eficiente el diseño. Posiblemente también el tener más experiencia hace que mi labor o mi trabajo sean más eficientes que hace 20 años. Ahora, la manera de hacer diseño en México creo que sí ha cambiado, también por un tema cultural. En los años ochenta, no digo que no se investigaba, porque en realidad sí se investigaba, pero cosas meramente funcionales; pero en temas de conceptos, en temas mucho más abstractos, en temas donde efectivamente los componentes del diseño pueden ser hasta ideas o mensajes o cualquier otro elemento, no se llegaba a ese nivel que ves en cualquier escuela de diseño en Finlandia o en Alemania. No estoy diciendo que tengamos que hacer las cosas como en aquellos países, pero sí creo que faltaba esta parte espiritual en los objetos porque es bastante sencillo hacer algo utilitario cuando sabes que tiene que hacer una cierta función; meter esta otra parte más conceptual puede ser más difícil. Entonces siento que ha cambiado, eso sí, la manera en que se percibe para qué es el diseño, está volviéndose un factor importantísimo, en una revolución social, en un cambio social, y esto es lo que vamos a ver de este día en adelante, la integración del diseño en la sociedad. Va a generar, al menos en la sociedad mexicana, una cantidad de beneficios a mediano y largo plazo que no nos imaginamos, pero muchos de esos, van a ser gracias al diseño, y hablo del diseño en términos urbanos también. Va desde la estrategia de la ciudad hasta un objeto, pero un buen diseño, va a brindar muchos cambios y beneficios a la sociedad.
JS. Y bueno, dando un poco la vuelta. Constantemente has colaborado con arquitectos, ¿cuál ha sido tu experiencia en esas comisiones?
AR. Han sido múltiples, ha habido muy buenas, ha habido muy malas, y esto tiene que ver no por el hecho de trabajar con un arquitecto, finalmente por trabajar con personas. Yo creo que más allá de ser un diseñador o ser un arquitecto o ser un cirujano, antes que nada somos individuos, y de ahí se direcciona a que tengas un buen trato. A veces ha habido experiencias en donde por naturaleza de proyecto, errores, accidentes, cosas que uno no contempla, pues sí, sale mal el proyecto, pero finalmente el trato con las personas sigue siendo cordial y todo esto. Pero hay veces que todo va de pelos y excelente, pero este otro es un hígado, o te quieren ver la cara, o te quieren volar el proyecto, entonces ha habido un poco de todo, pero en general te puedo decir que es un 90% muy buenas experiencias.
JS. Y dinos, ¿por qué crees tú que son importantes las colaboraciones al buscar un diseñador?
AR. Porque sumar no resta. ¿Por qué crees que sea importante que en una operación de pecho abierto colabore el doctor con el de la anestesia, con la enfermera, con el que les pasa todas las herramientas…? Necesita haber un grupo de gente especializada en algo para que una tarea más grande que la propia capacidad de un sólo individuo, se dé. Es muy chistoso en el campo de los arquitectos, porque los diseñadores, desde siempre, nuestra educación ha sido colaborativa y de multidisciplinario. A nosotros nos queda claro que vamos a participar en un equipo de ingenieros, con un aparato eléctrico, o un arquitecto, haciendo unos detalles de unas fachadas, o trabajando para una agencia de publicidad. Queda muy clara esta parte, sin embargo me llama mucho la atención la visión del arquitecto todo poderoso, que además generalmente es el que menos hace, sin embargo, la obra sale a nombre de él, cosa que me parece muy chistosa.
JS. En tu opinión, ¿se valora el diseño en México?
AR. Cualquiera es capaz de evaluar o disfrutar o de valorar el buen diseño. Cuando tú te compras un reloj y trae un extensible que se adapta bien, ¿qué bien no? Posiblemente en la sociedad no esté insertada la palabra diseño, pero “mira que bien está”, “que bien hecho está”, cualquiera es capaz de percibir los beneficios del buen diseño en ese tipo de cosas. Ahora, que haya una cultura de diseño, que sean conscientes de discernir entre la función y el diseño, yo creo que ahí es donde se empiezan a complicar las cosas. Ahí es donde no creo que en México exista todavía una cultura a nivel popular del buen diseño, pero sí creo que todo mundo es capaz de poder valorar y atesorar el buen diseño.
JS. ¿Qué tipo de proyecto, que todavía no has hecho te gustaría realizar?
AR. Me moriría por hacer un hotel de paso, me encanta la idea. Es algo que traigo desde hace no sé cuantos años. Ahora, por cosas por hacer, ¡pues todo lo que tú me digas! Ahorita estamos haciendo una línea de escusados y lavabos que me tiene muy, muy emocionado. Pero bueno, la verdad es que no tengo como tal un objeto, de hecho curiosamente el objeto siempre me acaba valiendo gorro, me gusta más el proceso y el aprendizaje. Me interesaría más empezar a incursionar en un proceso que no haya hecho. Por ejemplo, hace poco tiempo hicimos con Andrés Mier y Terán, mobiliario para el Monumento a la Revolución. Fue una gran oportunidad de hacer este mobiliario de aluminio fundido, y aprender la técnica la fundición en aluminio fue fantástico, más bien es proceso.
JS. Y por último, el proceso creativo y la materialización de las ideas son diferentes en cada persona. En tu caso, ¿cómo empiezas a trabajar cuando tienes un encargo concreto? AR. Bueno, sí es diferente en cada persona, pero también es diferente en cada proyecto. Al proceso de diseño lo dividimos prácticamente primero en cuestionar, en entender qué es lo que estamos haciendo y de ahí vienen muchísimas preguntas. Hay una etapa de cuestionamiento ¿qué es?, ¿para qué es?, ¿quién lo va usar?, ¿quién lo va a producir?, ¿cómo se va a transportar? Y luego viene toda la parte de ideas, de estas respuestas es que podríamos hacer algo. Respecto a las ideas, siempre en algo de lo que estoy muy clavado es en intentar compartir con el público y con los diseñadores y los amigos arquitectos. Uno piensa que por tener una idea tienes un diseño, son dos cosas totalmente diferentes. Sí, la idea es el eje sobre el cual uno puede desarrollar un diseño, pero por tener una idea sola, no es diseño.
El otro día me dio mucha ternura una chavita que llegó y me dijo “es que se me ocurrió una idea, pero ya me la robaron”, y yo “¿cuál es?”, “pues una cama flotante”, y yo “¿y cómo es tu cama?”. “Pues quiero poner una cama con unas cuerdas”. –“¿Y ese es tu diseño?”, “sí, ese es mi diseño”. No, eso es una idea, ahora cómo llevas el diseño es otra cosa, porque puede ser una madera muy delgadita que casi no escondas, y que no se doble, y las cuerdas pues como son blancas o son de yute o cuántos nudos tiene… es decir, la configuración de esa cama flotante puede cambiar, tan es así que pusimos cama flotante en Google y salieron veinte diseños diferentes de la misma idea. La gente no aprende a separar cuál es la diferencia entre diseño e idea.
La manera de pensar de cada individuo es un universo diferente, aquí el tema es que cada uno tiene que encontrar primero su estructura. No son estructuras ortogonales, pero las cosas sí tienen estructura, por más enredosa y compleja. Imagínate una red neural y lo complicado que llega a ser, sin embargo, esa red neural no es otra cosa de cómo están conectadas tus dendritas, porque tú ya te hiciste una estructura neural diferente a la de alguien más. Entre más pienses en un concepto o de una manera, se van conectando las dendritas y esa estructura es la que hace que al día de hoy, tú pienses de una manera y yo de otra, por una estructura, entonces uno acaba teniendo su propia estructura. Lo primero que yo creo que tiene uno que empezar a hacer si se supone que tenemos un lenguaje, es entender una estructura mental. En la manera de trabajar es como uno se conoce a uno mismo.
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