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El magisterio entre bultos y concreto

Texto: Alfonso Molina C.

Excusa oportuna de celebrar el Día del Maestro como cada 15 de mayo, hagamos una mención y reconocimiento a la máxima autoridad, centro de la experiencia y conocimiento en la obra: El Maestro Albañil o “Mai”.


Diestro con las herramientas, el maestro albañil es un hombre organizado, autoritario, religioso, estricto, tradicionalista, territorial, afectuoso, correoso, respetuoso y en ocasiones hipócrita, con una dieta de un contenido calórico indeterminable pero seguramente de gran contenido energético.


El Maestro Albañil materializa, entre varillas, morteros, tabiques y cemento, los sueños e ideas estéticas del diseñador. Es capaz de complementar y definir procesos en la obra, y cuando la creatividad se acumula, será capaz de reinterpretar e intervenir en el diseño, obviamente, sin consentimiento o autorización.


Entiende de planos, escalas, porciones, proporciones, conversiones, medidas y especificaciones. Es una ficha técnica improvisada curtida en cada ardua jornada de trabajo. A ojo, sentimiento y con mucho estilo, realiza los cálculos estructurales necesarios que le permiten definir el armado y la resistencia correcta del concreto. Capaz de invadir los terrenos del arquitecto, de ejecutor se convierte en diseñador, con estilos eclécticos improvisados construidos en la acumulación de imágenes y de soluciones experimentadas con el paso de los años.

Ávido de un reconocimiento justo y total, con su experiencia se permite, muchas veces sin solicitárselo, generar con toda seguridad y confianza, juicios y valores estéticos que en ocasiones intentan cuestionar al “arqui”.


Respaldado en sus conocimientos y experiencia, como todo buen maestro, dirige, organiza, instruye y reprime a un séquito de jóvenes personajes aprendices, de nombres fantásticos e inverosímiles: el gori, la flaca, el caballo, el gordo, el comino, etc., quienes cada mañana, esperan atentos las indicaciones y las tareas que el “Mai” designará.

Es así como el Maestro Albañil muy bien plantado, en un territorio temporalmente suyo, se desarrolla con toda autoridad y naturalidad, controlando las circunstancias y sembrando la esperanza en su alumnado que en un futuro, con esfuerzo y dedicación, podrán ocupar ese puesto magisterial que le permitirá, además de generar un ingreso mayor, el reconocimiento y liderazgo del grupo que ahora será quien atienda a sus enseñanzas, instrucciones y consejos.

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