top of page

Emsamblaje de una profesión

Conversación con Nicolás Vázquez


Nicolás Vázquez nace en la Ciudad de México en el año de 1974. Realizó sus estudios de licenciatura en la Facultad de Arquitectura de la UNAM y posteriormente una maestría en Urbanismo en el posgrado de la misma, Becario del FONCA en 2002 y 2009.


Ha trabajado con diferentes arquitectos como Teodoro González de León, Isaac Broid, Javier Sánchez y Ernesto Betancourt. Formó el Taller In Situ junto con Alex Juárez y Helmut Balle desarrollando proyectos en asociación con Central de Arquitectura y LBC arquitectos. Forma parte del Taller Experimental de Composición Arquitectónica (TECA) de la Facultad de Arquitectura de la UNAM como asesor de proyectos junto con Carlos Mijares, Humberto Ricalde, Alejandro Rivadeneyra y Carlos MacGregor.

 

Arq. Jaime Schmidt (JS): Eres un arquitecto que siempre ha estado activo en el ejercicio profesional y en la práctica docente, ¿por qué es importante para ti mantener esa vinculación constante entre las dos partes?

Arq. Nicólas Vázquez (NV): Para mí dar clases es muy enriquecedor, es como una especie de alimento, de aliciente, algo muy estimulante como práctica, porque uno también aprende. Creo que se necesita también cierta vocación de comunicar ideas, posturas e inquietudes sobre la arquitectura o del área en que te desarrollas profesionalmente, necesitas cierta aptitud y creo que la tengo. Con los alumnos hago buena química, es gratificante y divertido estar compartiendo con ellos tu conocimiento. Esta parte docente la veo como una asesoría, como si fuera parte de la profesión misma.


JS: Si hicieras una comparación de la escuela de arquitectura en la que tú estudiaste y en la que ahora das clase, ¿cuáles dirías que son las diferencias más significativas?

NV: Básicamente la acumulación de imágenes, y digamos que el número apabullante de información que los alumnos reciben, obviamente de las redes sociales, que no critican, no procesan, pero que obviamente los ayuda a estar más informados. Hay una especie de nube amorfa que no los vuelve más analíticos pero sí más informados. Cuando estudiaba, apenas empezaba a usar una computadora, me costaba trabajo, y ahora ellos lo hacen con más facilidad; pero vamos, en cuanto a calidad y cantidad de productos entregables, es similar. La computadora y la cuestión tecnológica han ayudado mucho a transformar la práctica de la arquitectura, pero creo esto influye más a nivel profesional. Todas esas imágenes para venta y para convencer a los clientes son necesarias.

JS: Estando en al escuela siempre hay una inquietud de los alumnos por el país en el que vivimos, ¿qué les respondes a tus alumnos cuando te preguntan con preocupación si es difícil encontrar trabajo como arquitecto?

NV: Yo creo que no es tan difícil encontrar trabajo, el problema es que en general está muy mal pagado porque no se valora el papel del arquitecto, dentro del gremio y fuera de él. El constructor la tiene más fácil porque directamente materializa los edificios, pero el que se dedica a proyectar tiene todavía un papel difícil porque muchas veces los clientes piensan que los planos y los “dibujitos” —como a veces los llaman— no cuestan nada, lo que cuesta es el edificio, su construcción. Entonces, en ese sentido es todavía más difícil abrirse paso como diseñador, como arquitecto. No hay un colegio de arquitectos en México que nos ampare mucho en ese sentido, que cuestione, que se imponga con estatutos o normas más fuertes para enfrentar a las instituciones públicas o privadas de una manera más sólida, como sucede en Europa. Lo más difícil si uno se quiere dedicar a proyectar es poner tu propio taller y empezar a recibir encargos. Pensar la arquitectura implica un proceso que requiere tiempo, mucho tiempo. Es una disciplina creativa y no un producto inmediato como el diseño gráfico, en donde la producción y la manera de manufacturarlo a veces es de días o máximo meses— en la arquitectura no son meses, son años. Es como una especie de maratón que a veces es muy desgastante, mal pagado y frecuentemente frustrante. Es un gran reto, pero cuando se concreta como lo supones es muy gratificante.


JS: Ahora háblanos un poco de ti. ¿Te consideras un arquitecto de gabinete? ¿Te gusta trabajar directamente en la obra?

NV: Al principio me consideraba un arquitecto de gabinete, nada más proyectábamos. Estuve 5 años asociado con Alejandro Juárez; diseñábamos y maquilábamos para Central de Arquitectura. Como arquitecto independiente empecé a hacer proyectos a pequeña escala de los cuales ganaba poco, pero me di cuenta que es algo que debemos hacer para entender todo el proceso arquitectónico, desde la idea, los primeros croquis, hasta la obra en sus últimas etapas. Es decir, diseñaba, desarrollaba y construía; esto ayuda mucho a racionalizar los procesos constructivos pues los tienes que financiar tú mismo. En el Renacimiento el arquitecto era un constructor, ya que estaba metido en la obra, y ahí nació también la figura del arquitecto como maestro que convivía con los maestros carpinteros, y el fenómeno arquitectónico era más real. Ahora esto está muy fragmentado.

JS: El proceso creativo y de materialización de las ideas es diferente en cada diseñador. En tu caso ¿cómo empiezas a trabajar cuando tienes enfrente un encargo concreto?

NV: A mí me parece fundamental conocer —leer— el sitio, creo que mi arquitectura tiene una fuerte carga de análisis del contexto. No soy contextualista, más bien soy un crítico del contexto, y no sólo del físico al que me enfrento, también del histórico y del político. Para mí la arquitectura de más valor es aquella que se relaciona con el contexto de una manera dinámica, crítica y poética. Es más material y real, creo. Para empezar a proyectar necesito entender el sitio, tener unas anclas a nivel conceptual que me permitan perfilar un poco por dónde acercarme al problema arquitectónico. No creo en esa actitud homogeneizante, caprichosa o global que es aplicable en cualquier lado, me interesa enfrentarme al contexto de una manera crítica, y ésa es la primera forma en que extraigo las ideas.


JS: En algunas de tus obras es notable la preferencia por el uso del tabique rojo aparente. ¿De dónde nace ese gusto? ¿Por qué te gusta utilizar ese material en particular?

NV: EL tabique rojo siempre me ha gustado. En casa de mis padres había un muro que me agradaba por su textura rugosa, fue en mi niñez cuando surgió la inclinación por este tipo de material. Ahora en la UNAM, donde imparto el Taller de Proyectos, el director de TECA es Carlos Mijares. Él nos ha enseñado las posibilidades que puede tener el ladrillo, y después lo he utilizado en una obra por cuestiones circunstanciales, porque es un material muy barato y manejable por los albañiles, y en otra porque el contexto así me lo demandó. Era una oficina de principios del siglo XX, entonces se me hacia lógico que fuera tabique. Obviamente no lo he utilizado con la maestría de Don Carlos, pero es un material fascinante porque pensar que lo utilizaron los caldeos o los romanos, y que lo seguimos usando es estimulante, algo bueno debe tener. No creo que un arquitecto deba limitarse a un material, me gusta pensar el material en función del encargo, el cliente, el contexto, etc. Peter Zumthor es un estupendo ejemplo pues nos enseña como es vital que un arquitecto no se “case” con un material determinado; ahora mismo estoy haciendo una estructura de acero y madera.

JS: Hay un debate respecto de la utilización “honesta” de los materiales, expresados en su totalidad como estructura y acabado. En la actualidad existen innumerables nuevos materiales y sistemas constructivos que tienen muchas virtudes pero pueden llegar a ser “tramposos” y por lo tanto “deshonestos” en comparación de los materiales y sistemas tradicionales. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

NV: No hay materiales malos, depende de cómo los utilices y cómo es que estos envejezcan. Hace años visité la biblioteca de Nimes, de Norman Foster, y cuando fui no le habían dado mantenimiento, estaba gris, llena de goteras, y fue una gran decepción. Por lo tanto es muy importante pensar en los materiales y la tecnología disponibles. La arquitectura no es algo efímero, es un patrimonio, la gente gasta mucho dinero en ella como para que después de varios años esté echada a perder y no funcione. Cada material tiene una lógica constructiva de ensamblaje y hay materiales que sirven para ciertos fines. El edificio que hicimos en Mixcoac era eso, un ensamblaje entre diferentes materiales: concreto, acero y ladrillo, y mostrar como esos tres materiales se ensamblan, articulan y dialogan entre sí, era parte del reto.


JS: Platícanos un poco de la historia del proyecto en Mixcoac.

NV: Me gusta trabajar con materiales nobles, duraderos, que no son caros y que además puedes conseguir en la tienda de materiales de la esquina. Ese edificio tenía un presupuesto limitado y tratamos de hacer todo con materiales muy elementales y explotarlo con relación a los diferentes materiales que había y a los espacios. Es un juego de articulaciones de diferentes piezas: acero como el principal, el concreto como el articular, y el tabique rojo; relacionar las partes con el todo es una especie de espiral conceptual donde toda lleva un ritmo que empieza a estructurar las piezas.


JS: ¿Te involucraste en la obra además del proyecto?

NV: Sí, lo construí con un amigo y visitábamos a diario la obra.


JS: ¿Qué opinión tienes de la mano de obra en México?

NV: La mano de obra en México es muy buena, pero hay que estar sobre la gente. Hay que estar presente en la obra pues los tiempos y los intereses de los contratistas interfieren con la calidad de la mano de obra.

bottom of page