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Javier Sánchez


Alejandro Fdez. (AF). ¿Cómo influyó a tu manera de ver la arquitectura el crecer con un papá arquitecto de éxito y renombre?

Javier Sánchez (JS). Influyó de manera definitiva, se trata de una cultura arquitectónica que viene por herencia de parte de mi abuelo. Vivir con un arquitecto te hace entender que la arquitectura es una disciplina que se vive intensamente. En mi caso, todo el tiempo se estaba hablando de arquitectura, o estábamos visitando edificios, o recibiendo a los amigos de mi papá que en su mayoría son arquitectos. Entre los 10 y 17 años de edad viví en un edificio de departamentos en la Roma que hizo mi padre. Era un departamento de tres pisos, con una terraza de doble altura, muy chiquito pero con una secuencia de recorridos muy bonita y con mucha luz, y todo eso definitivamente me puso a pensar mucho en arquitectura desde que estaba muy chavo. Todas esas experiencias se vuelven cosas que yo cargo hasta el día de hoy; cuando estoy haciendo proyectos de vivienda, inconscientemente -o a veces conscientemente- traigo todas esas experiencias que tienen que ver con la mirada de mi padre: el amor por la ciudad -no por la parte externa, sino por vivirla desde dentro-, el poder caminar a tu trabajo o el poder vivir en un barrio con todos los servicios diferencia de andar en el coche, y de ahí salen muchas de las cosas que me interesan, como el reciclaje de la ciudad -las oficinas de mi padre eran el reciclaje de una casa en la Roma-, en fin, cargas todo eso en una maleta que llevas a todos lados.

AF. No muchos arquitectos tiene la oportunidad de formar “pedazos” de ciudad. En tu caso, mediante proyectos como el de Veracruz 79, Teotihuacán 15, El Qi o el Condesa DF, ayudaste a dar forma e identidad a una de las zonas de la ciudad que hoy se considera sinónimo de estatus y buena arquitectura. ¿Podrías contarnos un poco acerca de este proceso?

JS. Además de estar viviendo en esa parte de la ciudad, también me influyó mucho la economía del país. Se trataba de una economía que colapsaba cada seis años y me tocaba ver desde niño como le afectaba a mi padre, así qué decidí desconectarme de algún modo de la obra pública y pensaba más en la obra privada. Mi papá me hizo ver que muchos edificios de los que había en esta zona los habían hecho promotores, incluidos algunos arquitectos importantes como el mismo Barragán, y sin embargo, en los noventa, nadie estaba invirtiendo en la zona centro de la cuidad. Para mí era algo obvio, yo conocía la zona, ya había vivido aquí, y no había edificios nuevos, y pensé que una de las maneras de crearme trabajo a mí mismo era comenzar a hacer edificios de vivienda. Ahí hubo además una coyuntura, ya que después de estar trabajando de esa manera varios años sin mayor competencia, empezó este tema de la re-densificación de la ciudad con el Bando 2, lo que hizo que toda la promoción inmobiliaria se enfocara a cuatro delegaciones y cuando hacías un zoom, podías ver que ahí estaban las mejores zonas de la ciudad: Polanco, La Condesa, La Roma… y de pronto se vino una gran cantidad de competencia fuerte, pero nuestro enfoque siempre fue muy claro, por un lado evitar hacer edificios seriados o copiados de un lado a otro y por otro lado entender al cliente y las posibilidades del mismo, aumentando las probabilidades de que aceptara proyectos de arquitectura más arriesgados que a la larga nos diferenciarían de los demás.

AF. Hoy en día existe la noción de que los desarrolladores inmobiliarios tienen más influencia al momento de dar forma a las ciudades que los propios arquitectos o urbanistas. ¿Crees que el contar con un despacho que abarca el proceso completo detrás de la construcción de un edificio, incluyendo la gestión y promoción inmobiliaria ayuda al arquitecto a recuperar esa voz para influir en el moldeamiento de la ciudad?

JS. Por supuesto. Yo creo que el primero que lo vuelve a hacer es Teodoro González de León con el conjunto de Arcos Bosques. Si nos vamos a épocas pasadas, a la época de Mario Pani por ejemplo, los promotores y el mismo gobierno hacían los edificios junto con los arquitectos, como en Ciudad Universitaria, pero en décadas posteriores se olvidaron de ellos, y resulta evidente en mucha arquitectura de los sesentas, setentas y hasta de los ochenta, pero cuando Teodoro realiza esta obra aparecen promotores que lo invitan a repetir la fórmula en proyectos como Reforma 222. Me parece un punto crucial porque hizo ver nuevamente que la arquitectura es muy importante para el proceso inmobiliario, y a partir de ese éxito, los promotores empiezan a ver con buenos ojos el contratar arquitectos. Lo que nosotros hemos logrado en la Condesa ha generado una influencia en otros arquitectos y promotores y eso ha hecho pensar en el reciclaje de la ciudad, en hacer cosas de mejor calidad. Vivimos en una ciudad donde los grandes proyectos difícilmente se llevan a cabo, pero a partir de pequeñas obras puedes llegar a tener más influencia en la morfología de la ciudad que con pocos proyectos grandes. La influencia de los desarrolladores es notable en los linderos de la mayoría de las ciudades del país, donde a las afueras se sitúa esta especie de ciudad extraña conformada por conjuntos de vivienda que nada tienen que ver con fenómenos sociales, urbanos o arquitectónicos sino son el resultado de la producción seriada de una vivienda que se necesita pero que la misma gente ahora rechaza, ya no quiere vivir más de esa forma. En lo particular me ha interesado mantenerme más trabajando dentro de la ciudad misma que en grandes desarrollos en la periferia. Ahí es donde el arquitecto desde una trinchera de guerrilla urbana tiene que ser más creativo, atacando terrenos que los desarrolladores no se atreven a tomar y eso creará un nicho de mercado para aquellos valientes que quieran afrontar esos retos.

AF. La contratación de un arquitecto en México es en la mayoría de los casos una acción realizada por personas con un poder adquisitivo elevado. ¿Cómo crees que podría involucrarse más al arquitecto en el desarrollo de arquitectura para los niveles medios y bajos de nuestra sociedad?

JS. Hoy nos damos cuenta que los grandes proyectos masivos ya no funcionan, tiene que venir un cambio de paradigma, y la vivienda representa un nicho de mercado enorme. Si en los sesenta se hablaba de un proyecto de gobierno hecho por un gran arquitecto, y en los ochenta se hablaba de proyectos hechos por desarrolladores con fondos públicos pero sin contratar arquitectos, a lo mejor hoy podemos hablar de un esquema tipo “mil arquitectos, mil proyectos”. Yo he desconfiado de las grandes obras porque suelen ir acompañadas de grandes intereses donde la arquitectura termina despedazada. En cambio en las pequeñas obras se tiene más control, y con varias chiquitas puedes crear un pedazo de ciudad más grande. Es un tema de apostarle y arriesgarse a repensar y reinventar la vivienda junto con desarrolladores y otros especialistas, porque es un tema multidiciplinario. Muchas veces significa hacer trabajo pro bono, lo cual es evidentemente más fácil si ya cuentas con una maquinaria que te permite desarrollar a la par otro tipo de arquitectura. Pero muchas veces los trabajos creativos, aunque no se realizan, te pueden acercar a desarrollar otro tipo de trabajos y muchos otros nuevos retos.


AF. Finalmente, podrías contarnos ¿por qué decide JSa expandirse a Perú?

JS. Perú es un hermano de México, es un país de tradición muy similar, con una cultura milenaria. Yo llegué a Perú por una invitación a dar una conferencia y a partir de ahí me llamó un cliente para hacerle una casa. Al tomar el proyecto y comenzar a viajar más a menudo comencé a notar similitudes entre el DF y Lima. Los países y las culturas son muy parecidos y creo que allá aún no valoran cosas como nosotros no las solíamos valorar, como por ejemplo el reciclaje de ciertos inmuebles que tienen un cierto valor patrimonial. Allá, con algunas pocas excepciones, los inmuebles son demolidos constantemente. Es importante poner eso en primer plano, porque hay arquitectura moderna de mucha calidad que está comenzando a desaparecer. A final mi cliente me conectó con otros más y empecé a tomar más trabajos hasta que pensé que valdría la pena tratar de hacer allá lo que hago en el DF. Hemos aprendido durante 15 años a hacer cierto tipo de proyectos aquí, lo que nos lleva a pensar que hemos aprendido algo y que no estaríamos empezando desde cero allá. Es difícil, porque eres nuevo, eres extranjero, pero creemos que de algo valen nuestros 15 años de experiencia.

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