
Situada en la calle de Valladolid 52, en la Colonia Roma Norte, la Casa Guillermo Tovar de Teresa alberga una de las colecciones más importantes de objetos, preservados por Fundación Slim. Entre sus paredes, el pasado cobra vida a través de pinturas novohispanas, esculturas religiosas y una biblioteca que guarda secretos de siglos. Cada objeto, desde un tapiz flamenco hasta una edición original de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz, es un puente hacia épocas donde la devoción, el esplendor y el intelecto estaban a roce de la piel.
En 1995, la casa fue adquirida por Guillermo Tovar de Teresa, un reconocido historiador, autor de más de treinta libros y un gran aficionado del arte. Tal es la razón de su notoria fascinación por la cultura mexicana y todos aquellos objetos tangibles que tuvieran un valor histórico, estético e intelectual. Su selección exhaustiva de artículos, lo hizo un personaje al que se le recuerda y atribuye el gran patrimonio que se encuentra en la actualidad dentro de su domicilio, como un promotor del conocimiento, amante de las siete artes y un ser humano altruista. Desafortunadamente, murió el 13 de noviembre de 2013 debido a una hemorragia interna. Después de este acontecimiento, Rafael Tovar de Teresa, su hermano, quien era el primer Secretario de Cultura del país, comenzó a realizar un inventario completo de la colección de Guillermo. Sin embargo, no fue hasta diciembre de 2019 que su casa abrió las puertas al público, presentándose como Museo Soumaya-Casa Guillermo Tovar de Teresa, siendo parte de la red de espacios culturales de Fundación Slim.
La casa cuenta con diversas salas temáticas, entre las que se destacan:
Vestíbulo: Su decoración principal consta de un espejo con herencia veneciana y tradición virreinal. Fue fabricado en 1817 en Puebla con cristal de murano, un material que es producido exclusivamente de forma artesanal y que se caracteriza por ser más resistente y brillante que el convencional. En este espacio también se pueden apreciar pinturas en las que el tema de La Muerte Niña, el orgullo criollo **y la fe espiritual hacen acto de presencia a través del óleo sobre lámina de cobre. Asimismo, cuenta con un mueble de almacenaje hecho con madera de caoba, data de 1750 y es proveniente de la Villa Alta de Oaxaca. Posee elementos iconográficos representativos del juego de truco, el antecedente al billar. El vestíbulo también dispone de un mobiliario con vitrina con cristal de San Ildefonso de la Granja, material originario de España, el cual contiene una selección de porcelana poblana y demás reliquias de vidrio.
Sala de recepciones: En esta incluye piezas como sofás tapizados con terciopelo, están diseñados con un estilo Luis XVI, con detalles en madera tallada, como las patas curvas y los respaldos altos. En el centro de la sala se encuentra una mesa de centro con superficie pulida, elaborada en madera de roble, con detalles ornamentales que muestran la influencia del Art Nouveau y el Art Deco (esculpidos a mano). Los candelabros de cristal, típicos de la época del Porfiriato, están hechos de bronce o cristal de Bohemia, y cuentan con brazos ornamentados que sostienen varias velas o bombillas. suave y cálida. El uso de elementos como espejos ornamentados, relojes antiguos, alfombras persas y otros objetos decorativos contribuyen a la atmósfera de ostentosidad.

Salón Rojo: En esta área se albergan las principales obras con carácter virreinal de Tovar de Teresa. A primera vista, se reconoce un mueble con un estofado novohispano (técnica de madera policromada con láminas de oro muy finas), rematando con las columnas salomónicas. Tiene detalles de figuras geométricas hechos con huesos y concha de tortuga, ofreciendo un gran remate al color oscuro de la madera. Este fue proyectado por el propietario (a excepción del estofado, que fue agregado después), Guillermo, haciendo una traducción muy clara de su personalidad y su gusto por la tradición novohispana.
Esta declaración de estilo se manifiesta también en el tablero de concha que corona el mueble previamente descrito. Sobre él, destaca una Virgen del Apocalipsis, de pie sobre la Luna, vestida con el Sol y adornada con detalles de madreperla, simbolizando la felicidad pura. Esta obra, una de las más emblemáticas de la sala, se caracteriza por su elaboración en láminas de oro y el uso de múltiples técnicas artísticas, como el drapeado y la Batioja.
De la misma manera, se aprecia, a través de las pinturas manieristas que se albergan, un mensaje religioso importante acerca de la estancia en la Tierra. Como solía ser costumbre de la época, están enmarcadas con piedras, conchas y madera cuidadosamente tallada. El Salón Rojo resulta ser una muestra de la patente calidad que ostenta la colección Tovar de Teresa, que abarca una gran diversidad geográfica, carácter barroco y la carga simbólica que transmite su material.
Salón Amarillo: La tradición del retrato se ve presente a través de los óleos que se resguardan en este salón, algunos procedentes de la Academia de San Carlos y demás escuelas regionales, haciendo un contraste interesante entre la tendencia neoclásica francesa y la cultura colonial. Importante resaltar que los marcos suelen estar decorados con hojas de acanto, guirnaldas y motivos de inspiración europea.

En el centro, se hace notar un mobiliario de almacenaje que cuenta con una adivinanza en su exterior, revelando su verdadera utilidad: “Aunque siempre soy un par, soy non en calidad, las damas me usan de niñas, los hombres a toda edad”. Al abrirlo da a conocer que, se trata pues, de los calzones. A su lado, hay un escritorio de viaje originario de Guerrero, que contiene ornamentaciones con laberintos calados (técnica de costura en la que se cortan partes de un textil, típicamente algodón o lino), representaciones de fauna y personajes en escenas galantes.
Salón Azul: Es un espacio destinado a la recepción de invitados, ambientado con cortinas y muros azules que hacen una clara explicación a su mismo nombre. En este, se conservan múltiples ejemplos de pinturas novohispanas de artistas como Miguel Cabrera, personaje destacado que, se encargó con cada pincelada, narrar el patriotismo criollo.
A primera vista, yace la escultura de un estofado guatemalteco. Cabe aclarar que, estofado viene del término italiano “stoffa”, que significa tela, mediante esta técnica se intenta imitar los tejidos de brocado con un gran realismo, característica notable en la ropa del Niño Jesús en brazos del arcángel San Gabriel.

Comedor: Diseñado para reflejar el refinado gusto del historiador por la tradición y la estética clásica, el mobiliario juega un papel central, no solo como elementos funcionales, sino también como piezas de arte que narran una historia de riqueza cultural e histórica.
Una mesa de gran tamaño, hecha de madera maciza, se halla en el medio y el diseño incluye detalles tallados a mano en los bordes y patas, con motivos ornamentales como guirnaldas, hojas de acanto y volutas barrocas. Es una réplica de la mesa de Franz Mayer, caracterizada por sus decoraciones patrios (verde, blanco y rojo) y patas con terminaciones fitomorfas. En esta mesa se encuentra también uno de los objetos más interesantes y cargados de historia: una vasija de plata proveniente de Sanborns, la icónica cadena mexicana de tiendas y restaurantes, que se encuentra haciendo servicio. Los motivos decorativos incluyen elementos florales, geométricos y estilizados, típicos de las piezas producidas a mediados del siglo XX. Asimismo, las sillas contienen una considerable calidad objetual, desde su cojín vasto de iconografía patria y la cestería que le da forma al respaldo.
Mirando de frente a la mesa, de vidrio y madera, grandes muebles de madera oscura se alzan con puertas talladas, muestran porcelanas europeas, cristalería tallada y piezas novohispanas de gran valor artístico. En especial, unos vasos que hacen referencia a la potencia del Primer Centenario por la Independencia de México. Otra vasija que es de suma importancia aludir es un set de porcelana con el escudo de la Universidad de México, la actual Universidad Nacional Autónoma de México. Estos enseres representan la ceremonia de inauguración de la Academia de San Carlos, mostrando en la parte superior, nombres y escudos de familias distinguidas como la Bucareli y demás virreyes.
En la ventana de este comedor, se encuentran piezas de cerámica estannifera, cuya particularidad reside en que se utiliza una mezcla de estaño y plomo para esmaltar, y los óxidos de cobalto, antimonio, cobre, hierro y manganeso para decorar las piezas y obtener los colores azul, amarillo, verde, anaranjado y negro, respectivamente, tras la cocción. Estas piezas resultan atractivas especialmente porque están firmadas por Gaspar de Encinas, uno de los artesanos más reconocidos de su época, el siglo XVII. Al fondo, se ubica una campana de vidrio condecorada con oro que, hoy en día, es casi imposible de producir. Servía para preservar la fruta y como un símbolo de dignidad en el comedor.
Claro que no podían faltar las pinturas de naturaleza muerta y, este comedor alberga una de las obras de José Agustín Arrieta, haciendo una gran demostración de su dominio en la técnica y su calidad pictórica.
Recámara: Cada mueble y objeto de este espacio privado fue seleccionado meticulosamente, no solo por su belleza, sino también por la historia que encierra y su capacidad para reflejar el amor de Tovar de Teresa por la cultura y el pasado. Destaca una vitrina que resguarda objetos fascinantes, como bobinas para enredar hilos de seda, elaboradas en plata, carey y madreperla; diversos escudos de monja; un plato de cerámica estannífera de talavera poblana; una caja de rapé de plata, utilizada para conservar tabaco; y diferentes herrajes zacatecanos dispuestos en la parte inferior. Cerca de una ventana o un rincón de lectura, unos elegantes sillones invitan al descanso y la contemplación. Tapizados con lujosas telas como terciopelo o brocado, en tonos que armonizan con el ambiente, complementan a la perfección la intención de generar un espacio inmersivo.
Biblioteca: La ampliación de la casa, realizada tras su adquisición, tenía un propósito claro: encarnar la profunda pasión por el vasto universo del conocimiento y la historia. Se soñaba con un espacio que rindiera tributo al saber, albergando una extensa colección de tesoros intelectuales: revistas, publicaciones propias, calendarios, documentos oficiales y primeras ediciones de literatura latinoamericana, muchas de ellas firmadas y dedicadas. Entre los ejemplares más notables destaca uno de los cuatro manuscritos de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, enriquecido con anotaciones de Emmanuel Carballo. También figuran las primeras ediciones de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz y un tratado de arquitectura de Leon Battista Alberti, en su edición de 1512.
Presidiendo este santuario del conocimiento se encuentra una majestuosa escalera de caoba, testigo del esfuerzo cotidiano de Guillermo por alcanzar los estantes más altos de su biblioteca. Como un detalle profundamente simbólico, los tablones del piso fueron diseñados personalmente por Tovar de Teresa, en forma de una estrella que evoca la rosa de los vientos. Este diseño encierra un poderoso mensaje: desde cualquier rincón del mundo, uno puede emprender el viaje hacia la sabiduría.

Jardín Victoriano y Patio: Áreas exteriores que complementan la arquitectura de la casa, ofreciendo un espacio de esparcimiento y contemplación. La disposición de los caminos, las plantas y las fuentes sigue una lógica geométrica, común en jardines de estilo neoclásico o porfiriano. También existen algunos muebles en el jardín elaborados en hierro forjado o madera, típicos de la época. Se pueden encontrar bustos de mármol o estatuas de figuras mitológicas que evocan las tradiciones del Renacimiento europeo. Estas estatuas, de forma esculpida de manera detallada, están inspiradas en figuras de la mitología romana o griega.

En cada rincón de la casa, el mobiliario adquiere un papel protagónico al combinar funcionalidad con un fuerte simbolismo histórico. Desde los salones formales llenos de muebles tallados con influencias barrocas y decimonónicas hasta las recámaras más íntimas con piezas de diseño personalizado, todo contribuye a contar una historia coherente y enriquecedora sobre la evolución del arte y el diseño en México. Este enfoque curatorial no solo resalta la estética de cada pieza, sino también su valor como portadora de identidad y memoria cultural.
La casa, además, representa una filosofía que combina el respeto por el pasado con la relevancia del presente. Es un espacio que celebra tanto las tradiciones locales como las influencias extranjeras que, juntas, dieron forma a una identidad mexicana compleja y rica. Guillermo Tovar de Teresa logró transformar su residencia en un museo viviente, donde los visitantes no solo aprecian la belleza del entorno, sino que también conectan con las raíces culturales que definen a la nación.
Por:
María Fernanda Baños Álvarez
Comments